En el Calders son realmente simpáticos con los perros: seguro que si vais con el vuestro, le llevan agua y quizás le dan una golosina.
Es perfecto para ir a la hora del vermut o para tomarse unas cañas mientras se pica alguno de sus platos.
El bar por dentro es pequeño –y se llena siempre–, así que si vuestro perro es mediano o grande probablemente estará más a gusto en la terraza.
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